El franquiciador es la persona o empresa que ha puesto en marcha, con éxito, un negocio y tiene el deseo de extenderlo, bajo su misma marca de distribución, que es la que lo caracteriza, a otras personas adheridas y que son a las que se les llama franquiciados.
Por lo general, los franquiciados pagan al franquiciador una cuota de entrada, un canon sobre las ventas y la cuota de publicidad, lo que les da derecho a operar bajo el nombre, imagen y marca de distribución del franquiciador, así como poder beneficiarse de sus servicios y acceder a la publicidad en general. También hay que tener presente que la franquicia es un tipo de sociedad que consiste en la fusión de dos mitades y ello obliga a la confianza, lealtad y simpatia hacia los puntos de vista que tenga o defienda la otra mitad.
Sin duda existe una relación contractual y de colaboración entre el franquiciado y el franquiciador, la cual se lleva a cabo sobre la base de un contrato escrito que determina, de forma bien concreta, para cada una de las partes contratantes todo lo que puede y todo lo que no puede hacer, así como cuál debe ser el resultado.
Es una realidad evidente que el prestigio y el valor del franquiciador y su empresa dependerán, en gran parte, de cómo trabajen los franquiciados, por lo cual es evidente que no tolere que su imagen se vea comprometida por la acción de aquellos que ponen en funcionamiento prácticas comerciales contrarias a la estrategía politica seguida por el franquiciador y a la propia imagen de su empresa.
Otra de las condiciones del franquiciador es la de que quede asegurada y garantizada la uniformidad de todos los establecimientos individuales con objeto de que aparezcan como una sola y homogénea unidad.
Otros de los puntos a tener en cuenta es la existencia de un derecho de explotación. Este derecho puede referirse a la venta exclusiva de un producto con marca, a la utilización de una denominación determinada, el empleo de una fórmula o un método, o a la explotación de una idea.
Tambien deben quedar aseguradas unas ayudas y unos servicios de forma estable y regular durante todo el periodo de explotación.
Uno de los engaños en los que puede caerse es el de creer que, una vez firmado el contrato, esta todo hecho, y no es asi. El negocio sigue siendo propiedad del franquiciado, que conserva su independencia y por tanto puede llevarlo bien o mal y conseguir un éxito o un fracaso.
La franquicia, constituye una buena fórmula, en general, pero deberá hacerse funcionar.
Según datos oficiales, en España los fracasos en el sistema de franquicias solamente se sitúan en el 1,6% del total, lo que demuestra su contundente exito.
Si el franquiciador ofrece la tecnología adecuada, un buen servicio y asesoramiento y por su parte el franquiciado, trabaja bien y con imaginación, las posibilidades de exito son muy elevadas.
Podemos afirmar que existen cuatro grandes y diferenciados tipos de franquicias, y son:
- Franquicias de Producción, cuando el franquiciado fabrica por sí mismo, según las indicaciones del franquiciador, productos que vende bajo la marca de éste.
- Franquicias de Comercialización, donde el franquiciado se limita a vender ciertos productos que llevan el nombre del franquiciante, siguiendo sus indicaciones comerciales.
- Franquicias de Servicios, cuando el franquiciador cede el uso de la marca y proporciona un KNOW HOW.
- Franquicias Industriales, cuando el franquiciador proporciona un paquete en el que se incluye tanto la fabricación de los productos así como su posterior comercialización.
Bibliografia:La Franquicia
Autor: Team de Economistas DVE
Editorial: de Vecchi
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